Manejar adecuadamente tanto las emociones desagradables (negativas) como las agradables (positivas) ayuda a alcanzar nuestro equilibrio emocional y a disfrutar de sentimientos de tranquilidad, satisfacción y conexión con los demás. Este equilibrio nos permite enfrentar los desafíos cotidianos con mayor efectividad.
¿Qué son las emociones?
Las emociones son respuestas instantáneas y adaptativas a situaciones inesperadas que desafían nuestras capacidades humanas. En esencia, no son positivas ni negativas, sino que tienen una función específica: ayudarnos a sobrevivir.
Estas reacciones, generadas por nuestro organismo frente a estímulos – que pueden ser internos o externos – alteran nuestra tranquilidad o estado anímico, llevándonos a actuar rápida y automáticamente.
Es importante destacar que, debido a nuestras diferencias individuales, un mismo estímulo puede provocar respuestas emocionales distintas.
Aun cuando las emociones no son intrínsecamente buenas o malas, positivas o negativas, para fines explicativos se suelen etiquetar genéricamente de acuerdo a una valoración subjetiva, basada en cómo nos hacen sentir, a lo agradables o desagradables que puedan ser para nosotros, a la comodidad o incomodidad que nos puedan producir y, de acuerdo a ello, son etiquetadas como positivas o negativas.
Las emociones básicas, como la alegría, tristeza, miedo, ira, asco, sorpresa y confianza, junto con las emociones secundarias o derivadas, como el optimismo, decepción, agresividad, culpa o remordimiento, entre otras, son experiencias por las cuales todos transitamos inevitablemente.
Manejar adecuadamente tanto las emociones desagradables (negativas) como las agradables (positivas) ayuda a alcanzar nuestro equilibrio emocional y a disfrutar de sentimientos de tranquilidad, satisfacción y conexión con los demás. Este equilibrio nos permite enfrentar los desafíos cotidianos con mayor efectividad y bienestar.
Cómo las emociones negativas afectan nuestras relaciones y salud
Las emociones negativas deben ser reguladas para evitar que influyan de forma contraproducente en el ambiente social y generen tensiones en las relaciones. Además, quienes expresan con frecuencia emociones como la ira, el miedo o la ansiedad suelen ser percibidos como problemáticos, lo que puede llevar al alejamiento de quienes priorizan su tranquilidad y buscan evitar situaciones conflictivas.
En cuanto a la salud, investigaciones han demostrado que la persistencia de emociones negativas como la ira, el miedo, la ansiedad, la depresión, el estrés y la hostilidad está asociada con el desarrollo de diversas dolencias físicas. También se ha observado que niveles elevados y sostenidos de ansiedad, ira o depresión están relacionados con conductas de riesgo, como fumar, el consumo excesivo de alcohol, mantener una alta masa corporal, realizar poca actividad física y tener comportamientos alimentarios desordenados.
Es fundamental comprender la relación entre las emociones y la salud para entender cuán importante es regular las emociones negativas. La incapacidad para gestionarlas puede generar estrés crónico, lo que a su vez provoca una liberación excesiva de cortisol en el organismo, aumentando el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas y debilitando el sistema inmunológico.
El poder de las emociones positivas en nuestras interacciones y nuestra salud.
Las emociones positivas potencian nuestra capacidad para conectar emocionalmente con los demás. Además, incrementan la disposición a colaborar, empatizar y resolver conflictos, lo que contribuye a mejorar el clima emocional del entorno. En general, estas emociones facilitan la formación de redes sociales que satisfacen nuestra necesidad innata de pertenencia y comunidad.
Las investigaciones muestran que las emociones positivas están estrechamente relacionadas con estilos de vida saludables y, por ende, con una buena calidad de vida. Existe amplia evidencia de que fomentar emociones positivas y reducir la duración o intensidad de las emociones negativas influye significativamente en nuestra salud física y mental, proporcionándonos una mayor sensación de bienestar.
Si tenemos dificultades en nuestra gestión emocional, es muy importante trabajar en el desarrollo de nuestras habilidades emocionales para disfrutar de una vida más plena, equilibrada y de mejor calidad.
Referencias:
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LeDoux, J. (1996). El cerebro emocional: Los misterios de la vida emocional del cerebro humano (Trad. D. García). Ariel.
Estela Gonzales
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