Tiene que ver con hacer a los hijos partícipes de tareas del hogar acordes con su etapa de desarrollo, dándoles la oportunidad de sentirse seguros de sí mismos. Imprimiendo sentimientos de autovalía desarrollados mediante el disfrute de sus logros, contribuimos al desarrollo de su autoestima.
Mediante ella resguardamos a nuestros hijos de los peligros provenientes del entorno social.
La protección implica también un componente pragmático del amor. Y esto tiene que ver con hacerlos partícipes de las tareas del hogar, encomendándoles aquellas que sean acordes con sus posibilidades, sin sobre exigirles ni sobreprotegerlos. De este modo, aseguramos que se sientan seguros de sí mismos al desarrollar sus sentimientos de autovalía, permitiéndoles disfrutar de sus logros personales.
Sobreprotección y desprotección
Con la sobreprotección, si no se les permite que realicen tareas que tienen posibilidades de ejecutar, se les priva del desarrollo de sus capacidades y de aprender a superar la frustración cuando tengan equivocaciones.
Como resultado, al no practicar sus habilidades crecen con sentimientos de inseguridad por no sentirse capaces de hacer las cosas bien, pues no se les dio la oportunidad de probarse a sí mismos.
En el terreno de la desprotección, ésta se presenta cuando se pone en riesgo al menor, descuidando su integridad física o emocional.
Asimismo se les desprotege cuando se incurre en la sobre exigencia, pidiendo a los hijos que se esfuercen por encima de sus posibilidades en la realización de alguna actividad, con lo cual se les crea un sentimiento de incapacidad y/o resentimiento. Esto último es resultado de su reflexión, al entender que tales pedidos no son congruentes con la etapa de desarrollo en que se formulan.
Referencias:
Baldeón, J. (2021). La belleza de Amar. Lima, Perú: Nuevas Sendas.
Linares, J.L. (2012). Terapia familiar ultramoderma. Barcelona, España: Herder.
Estela Gonzales
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