Aprender a regular las emociones es obsequiarnos salud psicológica y por extensión, salud física. Es un derecho que todos nos debemos procurar.
Las emociones están siempre presentes en nuestra vida. Todos experimentamos diversidad de emociones, desde las básicas como la alegría, tristeza, temor, ira y/o sorpresas de toda índole, hasta una significativa cantidad de emociones secundarias, que son derivadas de las primarias e involucran factores socioculturales y cognitivos.
Si bien las emociones son percibidas como positivas o negativas de acuerdo al bienestar o malestar que nos generen, todas contribuyen a nuestra supervivencia y adaptabilidad.
Y su importancia es tal, que muchas veces describimos la personalidad de los demás aludiendo a las emociones que más los representan, aquellas que más observamos y percibimos durante la interacción:
“Él es una persona alegre, muy agradable”
“Ese vendedor debería trabajar en otra cosa, es iracundo y lo que provoca es que uno quiera retirarse lo antes posible”
“Juanita muestra ser una persona muy ansiosa”
Por ello, la salud emocional es esencial para interactuar armónicamente en el marco del amor. Gran parte de nuestro bienestar depende de la aplicación de habilidades sociales de comunicación asertiva, lo cual es vital para dinamizar este estilo de interacción.
El bienestar es definido por importantes investigadores como un estado superior a la felicidad, en tanto que significa, además, una vida con propósito, relaciones interpersonales satisfactorias, logros personales y mayor frecuencia de emociones positivas.
Conservar este bienestar implica adquirir las competencias emocionales necesarias para regularnos en los momentos difíciles que siempre se nos van a presentar.
Aprender a regular las emociones es obsequiarnos salud psicológica y por extensión, salud física. Es un derecho que todos nos debemos procurar.
Referencias:
Diener, E., & Biswas-Diener, R. (2008). Felicidad: Descubriendo las claves de la riqueza psicológica. Ediciones B.
Ekman, P. (2003). El rostro de las emociones. RBA Libros.
Lyubomirsky, S. (2008). La ciencia de la felicidad: Un método probado para conseguir el bienestar. Ediciones Urano.
Seligman, M. E. P. (2011). Florecer: Una nueva comprensión de la felicidad y el bienestar. Ediciones B.
Estela Gonzales
Más artículos y recursos:
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“…si pudiera tener sus propios sentimientos y nunca necesitara negarlos para recibir amor; […] crecería respetándose como persona única; […] conservaría la “propiedad” de sus sentimientos, […] sería un individuo responsable que se dictaría sus propias orientaciones sin tener que ocultarse a sí mismo sus sentimientos ni vivir escudado tras un disfraz. […] estaría relativamente libre de las fallas de adaptación que inutilizan a tantos de nosotros”. (Carl Rogers, 1961, pp. 284-285)
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