El empoderamiento psicológico capacita a los hijos para relacionarse consigo mismos y con los demás. Les da la estabilidad y fortaleza emocional para interactuar con el mundo exterior.
El amor, además de lo emocional, es pensar en el bienestar psicológico del ser amado y actuar en coherencia. Y en el rol parental, el amor es validar los sentimientos de los hijos, darles reconocimiento y fomentar su desarrollo personal al delegarles responsabilidades y formarlos en disciplina. Se enmarca así el empoderamiento psicológico que conduce a los hijos a una autonomía exitosa.
Además de las necesidades materiales, los hijos tienen necesidades emocionales que hay que satisfacer de manera imprescindible con la finalidad fortalecer esa área vital de su constitución psicobiológica. El resultado de no hacerlo causará en ellos inseguridad, tristeza, ansiedad, pudiendo derivar en depresión a distintos niveles.
Uno de los síntomas de la depresión es la irritabilidad y muchos niños/as se muestran irritables sin causa aparente.
El empoderamiento psicológico de los hijos los protege de una serie de problemas en su relación consigo mismos y con los demás. Les proporciona la estabilidad y fortaleza emocional necesaria para interactuar con el mundo exterior. Este empoderamiento psicológico les proporciona las herramientas necesarias para afrontar diversas situaciones que pueden poner en peligro su integridad psicológica tales como bullying, coacciones (incapacidad para decir no), estrés ante situaciones nuevas en el entorno social, entre otras.
“El niño en su desarrollo requiere como elemento esencial, no circunstancial, la permanencia y continuidad de la relación amorosa entre él, su madre y demás miembros de la familia”. (Maturana, 1991, p. 252).
Aquí el rol de los padres es protagónico, ellos tienen ese privilegio: son las personas más significativas para los hijos, ellos les creen totalmente, si ven aprobación en sus ojos, les creen; si ven desaprobación, les creen; si son criticados por ellos, les creen, si son elogiados cuando el elogio es merecido, les creen; cuando no es merecido, ese elogio vacío es leído a través del lenguaje no gestual y también lo perciben. Por ello, los padres tienen el poder de fortalecer a los hijos o debilitarlos, de hacerlos seguros de sí mismos o no, de forjarles su autoestima respetando sus opiniones y sus necesidades emocionales escuchándolos. Si los hijos perciben que sus opiniones son escuchadas y respetadas en el hogar, saldrán con esa seguridad al mundo y actuarán en coherencia con ese sentimiento.
De ahí la importancia de interactuar en el marco del amor, armónicamente. Aplicar las habilidades sociales de la comunicación asertiva es vital para la expresión del amor en la interacción.
Todo padre y madre desea que sus hijos sean seguros de sí mismos, que no sean sumisos, que den sus opiniones libremente porque si pueden darlas en el hogar también podrán darlas en otros contextos, que sean plenamente capaces de decir no y de poner límites a los demás, que no cedan por miedo al abandono, que puedan regularse emocionalmente, todo empieza en el hogar, en el marco del amor integral, del amor real, del amor nutricio.
“¿Qué le da una persona a otra? Da de sí misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa necesariamente que sacrifica su vida por la otra, sino que da lo que está vivo en él, da de su alegría de su interés, de su compresión de su conocimiento…” (Fromm, 1987, p.33).
Referencias:
Baldeón, J. (2021). La belleza de Amar. Lima, Perú: Nuevas Sendas.
Fromm, E. (1987). El arte de amar. Buenos Aires, Argentina: Paidos.
Linares, J.L. (2012). Terapia familiar ultramoderma. Barcelona, España: Herder.
Maturana, H. (1991). El sentido de lo humano. Santiago, Chile: Editorial Universitaria.
Estela Gonzales
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